6/09/2006

Dia XV: Tormenta invernal


La danza irrevocable de las estaciones decididamente avanza. Con la fuerza de la mas caotica de las deidades arraza sin piedad los vestigios de la existencia. Sus ojos sistematicamente persiguen la sombra sin final.


-Somos uno, venimos y vamos a voluntad. Atados a ningun lugar.-
Y la ventana gris se cerro con un fuerte azote.
-Son nuestras voces, las voces de un dios de hierro.-
Los cimientos temblaron.
-Cuando nuestras manos se extienden, cubren inclusive el mas alla.-
Cortinas volando, inverosimiles muebles revolcandose.
-Cuando nuestros deseos se unen solo existe nuestra voluntad.-
Las astillas se clavaron en el cuerpo.
-Somos el martillo y la forja donde han nacido el primero y el ultimo.
Cayo al suelo el espejo cubierto.
-Y ahora, que nos han desafiado, es cuando la tempestad arreciara.-
Un ligero manto abrigo el cadaver.
-Pobre de aquel que se ha ido, nuestro amado niño.-
Molecula por molecula, desintegrandose
-Que este llanto melancolico recorra todos los rincones de la Ciudad.-
Venganza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Venganza?
No, jamás.
Ella es un monstruo.
Bestia poliforme
o hermosa doncella.
Pero es monstruo al fin.
Sus garras se descubren con la luz de la luna.
Atacan sin susurrar antes.
Sin preguntar.
Sin amor.

Pero de la venganza no surge más que su propia hija
más poderosa, más hermosa, más ingeniosa...
Más horrenda.
Todo para que Ella también use sus armas.





Madre e hija.

Engañadas.

No hay sangre.

No hay humanidad.



Pero en tí sí la hay.

No venganza...

No...






Feuermond